jueves, 24 de marzo de 2016

Pasos por Barcelona



Fue una complicidad, un encuentro que había palpitado por años. La tranquilidad del mediterráneo.
El Rabal tenebroso, sus callecitas encontradas, nada a la vista, los trapitos al sol. El gótico hermoso lleno de cementerios romanos, de siglos de historia y quién sabe que más allá abajo. Y mi hermano (el que se parece a mi padre) que me decía “Barcelona se conoce caminando, cuando te pierdes en sus calles”.
Ese lugar que parecía Buenos Aires, o mas bien descubrir que Buenos Aires se parece a Barcelona. El aire latino, las baldosas como aceras, los cafés con los viejos charladores, el helado para finalizar el verano.
Los edificios en tonos pasteles -apartamentos de interés social- que se perdían a lo lejos. Gaudí y la Sagrada Familia que no queríamos conocer. Los mercadillos, el vino a buen precio, las media lunas, desayunos completos por 4 Euros, los montaditos. Todo tan pero tan sabroso.
Cadaqués y sus vientos que enloquecen. El Este que miraba Dalí. Dalí y sus huevos. La playa fría de la Costa Brava.
Una complicidad, un encuentro. Esa sangre que a veces se re-conecta. Barcelona contienen a mi hermano (el que se parece a mi madre), parte de mí. Y yo con una botellita llena de aire catalán para él (el que se parece a mí).

-¿Tu dirías que nosotros dos nos parecemos?

- Sí. Pero deja de anotar lo que yo digo y no mas preguntas tipo Carrusel- me responde esta noche bogotana  mientras la botellita esta a su lado recordándole esa Barcelona que también fue suya.

Pasos por mi amado París




Hace mas de 170 días que fui París, y esa ciudad se mezcla con mis recuerdos como si fuera sueños. No sabia ni el cómo ni el cuándo, una primera vez que será irrepetible. Y sí que fue mágica, más que cursilería fue extraña. Mares de asiáticos con tres o cuatro paquetes de esas marcas que tanto se desean, Galerias Lafayette repleta de turistas. El jardín de Tuileries y la torre Eiffel que apareció de repente. Martin Margiela y Commes des Garcons, tiendas soñadas.
Las caminatas mañaneras cruzando el río Sena. Esas ganas de tirarme desde alguno de sus puentes.  Ese estudio perdido en las lejanías industriales. La Semana de la Moda anunciando Spring-Summer 16. Pero París para mí me remonta a Bs As, porque fue allá donde me habitó ese sueño, esa camiseta con el nombre de la ciudad luz mientras las letras se derretían. Fue un sueño latente, tanto que después del trágico accidente Juli me pregunta (en la ambulancia) ¿qué quieres hacer antes de morir? Viajar a París, y como era un sueño tal vez no quería cumplirlo porque me quedaba sin él.
Pero ahora me doy cuenta que Paris tiene mucho que ver con mucho más con Bs As. París tiene que ver con Rayuela, porque Oliveira fue libre en París y yo fui libre en Buenos Aires.
“Sé que un día llegué a París, sé que estuve un tiempo viviendo de prestado, haciendo lo que otros hacen, y viendo lo que otros ven” dice Oliveira.
Y es así como en estos cien días y todos lo que vienen París será recuerdos, instantes que se cruzan como sueños. Belle Ville y crepes con vino blanco mientras recapitulo mi sueño.