lunes, 25 de mayo de 2015

Jones reflejado



Sus manos acarician esa cabeza plateada que tiene como modelo: forma redondeada, boca contundente, ojos grandes. Piensa como moldear el agua, cómo puede congelar lo que se mueve mas allá del frío, cómo representar en algo estático ese fluido transparente.
Toca la cabeza plateada. Cierra sus ojos e imagina cisnes peleando por el trono, una imagen sin sonido donde el cisne negro pelea con el blanco. Se picotean, se despluman, se destrozan.

Jones abre sus ojos, vuelve a encontrarse con la cabeza plateada y se deseo de capturar el agua.

Bah, como dice Cortazar, Que diablos

¿Cómo escribir sobre Stephen Jones? ¿Dónde situarlo? 
Para ser francos, me lo imagino en su baño, pero no quería entrometerme demasiado, así que recurro al lo obvio, una cabeza plateada y este hombre soñando sombreros. No obstante la forma genuina para mostrar a este personaje sigue siendo su reflejo en soledad.

Me imagino un espejo con marco rococo, con entradas y salidas orgánicas que dibujan flores doradas. O tal vez su baño es minimalista y el agua sale desde el techo. No, el baño de Jones me lo imagino bien cargado, lleno de objetos de otros tiempos, cada uno queriendo contar su propia historia, un florero isabelino con rosas rojas recién cortadas.
Ese espejo que a reflejado todos sus momentos. Me lo imagino riendo con fuerza ante su reflejo, ríe por Londres, por los punks y los new romantics, por la fiesta de ultra mundos, horas al lado de los bits. Riendo a carcajadas con esos que usaban maquillaje fuerte, sombras de colores, cejas rapadas, y uno que otro garabato tatuado en la frente. Ríe en el fondo, porque las cosas salieron bien, porque estaba en el lugar correcto, en la ciudad indicada, esa que la vanguardia desea. Ciudad de submundo y ultramundos, reinas y punks, fiestas y mas fiestas. 

¿Cómo describir a Stephen Jones? Un hombre londinense, el sombrerero del siglo, que ríe repasando su historia.