lunes, 23 de julio de 2012

Frida Kahlo



"Cada tic-tac es un segundo en la vida que pasa, huye y no se repite. Y hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que el problema es sólo saberla vivir: que cada uno lo resuelva como pueda"

jueves, 19 de julio de 2012

Mi primera Entrevista


La ultima vez que la vi fue en Plataforma K. Era miércoles, principios de marzo y acaba de pasar el desfile de Cora Groppo. Ella estaba emocionada, yo también. En voz alta levantando su mano izquierda decia “esto sí es diseño”. Sus labios delineados con un labial oscuro me dijeron “maravillo, fue maravilloso”. Antes me habló sobre el evento de moda más importante que se realiza en su ciudad. Elogió mi blusón, guipil guatemalteco que cuenta ya con treinta años. Los pájaros y floretones que deambular por el cuello en formas coloridas se identifican con la alegría que Amalin carga por dentro.

La conocí una caluroso sábado de octubre o noviembre del 2009. Tres años más tarde construyo mi vida escuchando historias, desenredando otros mundos y ahora quiero hacerle un honor a la mujer que me concedió mi primera entrevista.

Cuento con un video de diez minutos como material de apoyo, arrepintiendome por haberlo editarlo y no guardar el original. Empezaba a estudiar diseño de modas y en una de las clase nos dejaron de tarea entrevistar a un personaje que trabajara con el mundo de la moda. Las preguntas eran concisas y dirigidas a la construcción de marca y producción más que revelar la vida del entrevistado. En menos de una hora, Amalin con su peinado rojiso, blusón de seda pintado de verde y un metro rodando su cuello me narro su historia. 

Antes de ese sábado no sabía de ella y menos de el apodo que le dio el periódico El Tiempo en el año 71. Una amiga barranquillera casi me saca las ojos cuando le conté a quien iba a entrevistar y que hasta ahora estaba averiguando quien era. “Amalin de Hasbun ¿no sabes quién es Amalin de Hasbun? Es la Aguja de Oro de Colombia”. Y sí, no sabia quien era. El mundo de sedas, reinas y lentejuelas no pasaba por mi mente.
La Aguja de Oro de Colombia me concedió la entrevista en su casa taller al norte de Barranquilla. Tres años más tarde, reconstruyo un encuentro perdido en mi memoria. Los objetos pueden o no seguir en el mismo lugar pero los recuerdos están congelados en el tiempo de la memoria, fotografías que capturaron lo que alguna vez existió. 
En una casa de dos pisos la entrada principal llevaba a un garaje interno donde un BMW antiguo compartía el espacio con maquinas de coser pequeñas también antiguas y una mesa de vidrio con un soporte de hierro Singer, el cual seguramente pertenecía a su primera maquina de coser. Las escaleras decoradas con fotografías de sus trajes en mujeres alegres. Plumas, lentejuelas, vestidos coloridos con siluetas de sirenas. Una mujer al lado de un ventanal, sentada frente a un escritorio cosiendo lentejuelas. Vestida de blanco y con la toga alisando su pelo. Atravesé una puerta y entré al showroom. Baldosas blancas y negras formando un piso de ajedrez, estantes llenos telas y dos maniquíes iluminados por una luz tenue natural.  
Amalin me invitó a sentarme en su escritorio y tras la primera pregunta me contó su historia. ¿Cómo te introdujiste en el mundo de la moda? Las cosas se fueron dando de tal manera que la primera sorprendida era yo... Fue su primera frase. 
Se casó a los diecisiete años y a los diecinueve nació su hija. Su primer vestido en organdí suizo se lo hizo a ella para su cumpleaños. Amigas y familiares se sorprendían por la hermosura y le pedían para sus hijas. Una mañana se levantó y como buena turca pensó en hacer negocio. Empezó con la confección infantil y un agente vendedor llevaba sus vestidos a todo el país. 
Le pidieron un vestido de novia, y Amalin siendo empírica completamente, dudo en su capacidad rechazando la propuesta. La cliente sorprendida le dijo “Pero cómo tú eres capaz de todo”. Esas palabras atravesaron su cuerpo motivandola para coser tanto el traje de novia como todo lo que vendría.

La consagración se dio a principios de los 70. El comité de la Atlántico le pidió que diseñara el traje de gala para Maco quien ganaría el reinado nacional en el año 71 llevando el traje de Amalin. Los vestidos tradicionales muy recatados de mangas largas y cuellos altos contrastaban con el haulter de espalda descubierta lleno de plumas en el inferior. El vestido partió el concurso en dos, Maco y el Atlántico se llevaron la corona y Amalin su titulo de la Aguja de oro impreso en todos los periódicos al día siguiente.

A sus clientes las consiente y las entiende. Cumple el papel de sicóloga, ya que antes de diseñar un vestido, se sienta con ellas y hablan. Sabe que es lo que cada una necesita deacuerdo con su personalidad y ellas se sorprenden cuando ven el vestido que soñaban en un figurín. Sus diseños son adorados en las tierras caribeñas y ese mismo carisma de su tierra es el que la inspira o por lo menos la ayuda a vivir feliz. 
Amalin estando en una fiesta o en un velorio piensa en moda. Sabe que la misión de un diseñar es llegarle a la gente, inspirarle confianza. También sabe que la lección más importante que enseña la vida es la honestidad.
Dice que la belleza es una mujer llena de carisma y actitud. Y la elegancia también actitud mezclada con seguridad.
En la mitad de la entrevista sonó el teléfono, Amalin lo apagó y siguió hablando como si nada.
Herencias de Hasbun es el proyecto que trabaja con su hija, dejando de lado un poco la vida de taller y compartiendo las experiencias creativas en familia.
Con un “muchísimas gracias” terminé la entrevista y Amalin carismática me respondió “Angela gracias a ti”.
Salí de aquella casa de modas con la entrevista para mi clase y ahora una nueva entrada para mi blog. 
Salim amigo y diseñador fantástico, estudio conmigo y vio la entrevista que presenté hace tres años. Tuvo la oportunidad de realizar un desfile junto a Amalin. En medio del apuro ella le regalo una aguja plateada con dos huecos. Salim me la mostraba con orgullo diciendo “La Aguja de Oro me la regalo, La Aguja de Oro”. En un marco pequeño la tiene de recuerdo colgada en su taller.
Yo recuerdo los momentos y ese instantáneo sábado caluroso perdido en 2009 donde Amalin gentil, alegre y carismática me contó parte de su vida, sin saber que tres años después remolcaría mi memoria para contar de otra forma su historia.