viernes, 23 de marzo de 2012

Laura Chavarro y su basura brillante



Un cenicero de cristal puesto al revés protegiendo la obra. Un letrero de NO TOCAR. Un muñeco de plástico: un paracaidista diminuto pintado de dorado. Jugar al museo, el interés por los objetos. La infancia de Laura.

Después de casi veinte años, Laura Chavarro sigue dándole a los objetos un lugar especial. Recupera la chatarra y las cosas devaluadas, convirtiendo los objetos en parte de su obra. Un museo donde todo se vende. 
Bling Bling Trash es su marca y su proyecto artístico de vida.

Curadora, diseñadora & artista, estudió Artes Visuales en la Javeriana. Aún habiendo abandonado su carrera, no le teme al futuro. Segura de su estética prefiere vivir a su ritmo, sin cumplir un horario. Trabajó en Juan y en La Peluquería inclinándose por la movida alternativa, pero decidió seguir sólo con su marca.

Con su obsesión por los objetos y las ganas de estrenar cada día, se fue llenando de piezas, casi de colección, que en su vida personal cumplían rápidamente un ciclo. Queriendo salir de ellos para darle paso a nuevos objetos, los puso en venta para que amigos y conocidos también los disfrutaran. Los objetos circulan como Laura quiere y el registro fotográfico es la única prueba de que existieron.

Su primer showroom fue su propio cuarto donde su closet estaba totalmente abierto al público y donde todo se vendía. Compartía el lugar con amigos artistas y hacían exposiciones en la sala. La llamaban La casa pantera. Después Bling se movió bastante por Internet y en ferias independientes. Ahora encontró su lugar. Un showroom pequeño en la calle de los joyeros. Un segundo piso y una puerta roja. La chatarra en el lugar correcto con una etiqueta tomando un nuevo valor. Los cuadros, las fotografías, la imagen de la marca extra saturada, llena de detalles, todo hecho por Laura.

Dice que no tiene un estilo, que no es vintage, aunque todo lo que se ponga sea usado. Le encantan los ochentas caracterizados por Versace y sus pañuelos de seda estampados. Chanel con su elegancia y pulcritud. También lo trash de los noventas lleno de rotos y cadenas. Madonna por su actitud camaleónica ante la vida, mostrando que uno puede ser miles en una. Y aunque ha conocido personas interesantes por el camino, asegura que la mayoría de veces los bogotanos le temen a la particularización.

Laura seguirá compartiendo sus objetos, pintando las bolsas a mano así sólo pinte una por noche. Seguirá tomando fotos de todo lo que llega a su espacio. Cortando el pelo y dejándose guiar por el azar. Quiere generar proyectos con amigos artistas y ampliar las líneas de la marca. Hacer una agencia de modelos “raros”. Está todas las tardes en su showroom pero prefiere concretar citas cuando quieren conocer la marca. La gente puede llevarle “su basura” y recibir un descuento por sus compras y así mover los objetos, ya que Laura asegura que los estancamientos en la vida tienen que ver con el estancamiento de las cosas sin usar.








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miércoles, 7 de marzo de 2012

Los recorridos de Cora Groppo




Ya sea invierno o verano, el maniquí sigue estando en un puesto preferencial. Tocarlo, sentirlo, oír sus formas. Tener el placer de vestirlo. Tener el placer de experimentar con él. ¿Quién dicta las pasiones en la vida? ¿Dónde está el libro que te dice que camino escoger? Ya sea otoño o primavera seguiremos escogiendo y para Cora el maniquí seguirá estando en un lugar especial.
Sólo en soledad el diseño vuela. Sólo en el desorden se puede crear. Sólo alguien que conoce la arquitectura corporal es capaz de reconstruirla.
Cora Groppo, Argentina y diseñadora experimental, lleva más de 15 años trabajando con la morfología corporal. Sus diseños, construcciones complejas estarán presente en ésta octava versión de Plataforma K, trayendo al caribe colombiano muestras de otros mundos, otros universos donde la monocromía en el color, la complejidad del patrón y una sensibilidad ambigua y futurista serán exhibidos.
Cora estudió diseño de indumentaria en la universidad de Buenos Aires. Fue la segunda generación y era aún una carrera desconocida. Trabajó con marcas locales para poder mantenerse y sólo en 1996 logró independizarse. Empezando con pedidos sobre medidas fue aprendiendo del cuerpo. Una continua investigación morfológica. En 2003 con su socio y esposo, la marca Cora Groppo toma forma.

Hoy, después de casi diez años, Cora tiene un sello completamente personal. Sus diseños son ella. Sigue su intuición y su pasión y viste a mujeres maduras y seguras. Le interesa lo que ellas piensan, lo que sienten, lo que creen de sí mismas. En sus palabras “Una mujer guarra y canchera” que al vestir sus prendas complementa una actitud.
Cuando Cora diseña, diseña para ella. Con una conciencia superior de la forma empieza su trabajo sobre el maniquí. Puede ser una chaqueta y terminar siendo un vestido. Puede que la inspiración sean los hongos, los peces o los elefantes. Las texturas y la superposición complementan el concepto. Lo orgánico, la asimetría y el movimiento siempre presente. Las búsquedas y las preguntas que la marcan están reflejadas en sus colecciones, agrupándolas con hilos transparentes que las conducen por el mismo camino.
El cuerpo humano como objeto, como búsqueda, creando recorridos para respetar su forma. Hoy, miércoles, siete de marzo, Cora para descubrir en las pasarelas barranquilleras.


Cora en su taller